Asignación de áreas: un paso para concretar reactivación del sector

Es fundamental la coordinación de todas las entidades en el marco de una política clara en hidrocarburos, que garantice la seguridad jurídica.
El gobierno nacional puso en marcha el Proceso Permanente de Asignación de Áreas (PPAA) para la exploración y producción de petróleo y gas, en tierra firme y en costa afuera. Una oportunidad de oro para el país después de cinco años en los cuales no se adjudicaron áreas, en parte por la depresión del sector. Con el nuevo proceso competitivo, la Agencia Nacional de Hidrocarburos, ANH, abre una ventana de oportunidad para el país y los inversionistas.
La virtud del nuevo mecanismo es su flexibilidad. Es equivalente a estar permanentemente en una ronda, en la que tanto la ANH ofrece áreas como las empresas pueden manifiestar interés en áreas determinadas, solicitando su incorporación a un proceso competitivo, de ofertas y contraofertas. Con este esquema, se espera despertar interés de compañías que ya están en Colombia y la entrada de nuevos actores, de distinto tamaño y especialidad.
La primera audiencia para recibir ofertas fue positiva: se presentaron 18 propuestas (varias por bloque), que se tradujeron en 11 ofertas iniciales. Luego se realizó la audiencia de contraoferta en la cual se presentó una sola contraoferta por un bloque en el Valle Inferior del Magdalena. Seis de los bloques están ubicados en los Llanos, lo que ratifica el potencial de esta región, tres en el Valle Medio e Inferor del Magdalena y uno costa afuera en La Guajira.
Estos 11 bloques representarán compromisos de inversión por más de US$500 millones según la ANH, un buen preámbulo para lo que viene a continuación que es la fase de nominación y solicitud de incorporación de áreas. Esta siguiente etapa del proceso abre la oportunidad a que las empresas puedan postular áreas diferentes, de su interés, a las 20 ofrecidas por la ANH y puedan ser incluidas en el listado de áreas a ofertar por la Agencia.
La solicitud de nuevas áreas por parte de las empresas, que es parte de la novedad del PPAA, es importante porque permite recomponer el mapa de exploración y producción: ampliar el conocimiento a otras áreas y aprovechar los recursos de los inversionistas para conocer mejor la prospectividad geológica del país. Si a lo anterior se suma el interés de Ecopetrol por desarrollar áreas ‘congeladas’ de su propiedad, el panorama es aún más alagador.
Es una muy buena noticia que empresas como Ecopetrol, Hocol, Geopark, Gran Tierra y Parex, todas ellas hoy presentes en Colombia, mantengan su interés por seguir invirtiendo en el país; pero, llama la atención la ausencia de nuevas compañías interesadas en entrar. La pregunta que deberíamos hacernos en este escenario es, cómo nos están viendo hoy aquellas empresas que aún no operan en Colombia; cuál es la razón para no entrar al país.
La respuesta pareciera estar en competitividad. Pese a los esfuerzos hechos por el gobierno, a la hora de tomar una decisión sobre dónde invertir sus recursos, además del potencial en hidrocarburos, las compañías miran con lupa la seguridad jurídica (institucional, normativa, regulatoria y contractual), las condiciones fiscales, requerimientos sociales y ambientales, disponibilidad y costos de la infraestructura, seguridad en territorio y estabilidad política.
Infortunadamente, algunas de estas variables aún son un obstáculo para lograr el interés de nuevas empresas en el país y el volumen de inversión deseada. Y una de las razones es la dificultad para ejecutar los proyectos. De ahí la importancia que se dé garantía y certeza a los inversionistas de que, luego de firmar un contrato con el Estado colombiano, van a poder cumplir a cabalidad con sus compromisos de inversión y llevar a cabo sus proyectos.
Para eso es fundamental la coordinación de todas las entidades del Estado, en el marco de una política clara en hidrocarburos, que garantice la seguridad jurídica e institucional, unas reglas de juego claras y estables, y acciones que velen por la seguridad y viabilidad de las operaciones en territorio. Una política no vergonzante, como la de Chile con la minería, Canadá, Noruega y Emiratos con el petróleo, o Rusia, Argentina y Perú con el gas natural.
Y es clave, además, garantizar la viablidad operacional en territorio. La ANH ha dado pasos importantes en materia de coordinación y concurrencia, para entregar toda la información relevante de los proyectos a los entes territoriales, con el fin de mejorar el relacionamiento entre el sector y las entidades locales. Además, viene entregando fichas al oferente que reflejan la realidad social y ambiental de las áreas que están siendo ofertadas y asignadas.
La industria aplaude la puesta en marcha del proceso permanente de asignación de áreas y aboga porque cada una de las etapas finalice de manera exitosa. Una mayor inversión en el sector se traduce en la oportunidad de explorar y de ampliar nuestras reservas -ya diezmadas-, de aumentar la producción, de generar recursos para la sostenibilidad fiscal y macroeconómica y nuevas oportunidades de desarrollo, empleo y crecimiento económico para las regiones.
El país ha logrado mantener un nivel de producción cercano a los 900.000 barriles, pero no está garantizado a futuro. De ahí la importancia de que la reactivación se materialice y que sea sostenible. Ello solo ocurrirá, si se entiende la importancia de los hidrocarburos para Colombia, y si el Estado, al unísono, decide superar los obstáculos estructurales que aún tenemos. Se han tomado medidas en la dirección correcta, pero nuestra competitividad aún es frágil.